martes, 10 de noviembre de 2009

"La Devocion a la Divina Misericordia"

DEVOCION A LA DIVINA MISERICORDIA
ANTECEDENTES
En la tarde del 22 de febrero de 1931, se le apareció Jesucristo en su celda en Plock, Polonia y le dijo: " Pinta una imagen mía según la Visión que ves con la inscripción “Jesús, yo confío en Tí " .
Faustina Kowalska nace en Glogowice, cerca de Lodz (Polonia). Fué educada cristianamente por sus padres Estanislao y Mariana. A los veinte años ingresa como religiosa en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de la Madre de Dios, llamadas tambien Magdalenas, dedicadas a formar a muchachas moral y materialmente necesitadas. Fué religiosa propagadora de la devoción a la Divina Misericordia. No le fue extraño el don de profecía que le permitía ver con claridad el futuro de las almas y de los acontecimientos. Anunció ocho años antes la última guerra mundial y que Varsovia sería bombardeada, así como el año y día de su muerte.
El 15 de abril de 1978 la Santa Sede, permitió la práctica a ésta devoción, despues de prohibirla durante 19 años. El artífice de ésto fué el cardenal Vojtila, arzobispo de la diócesis de sor Faustina, en Cracovia. El 16 de octubre de 1978 éste cardenal fué elevado al Sumo Pontificado con el nombre de Juan Pablo II.
Murió de tuberculosis en la Casa Madre de Lagiewniki, cerca de Cracovia. Fué beatificada por el Papa el 18 de abril de 1993.
Entre las revelaciones que tuvo sor Faustina se encuentra la siguiente:
"Antes de venir como juez, vendré primero como Rey de Misericordia. Precediendo el día de la justicia, HARÁ UNA SEÑAL EN EL CIELO dada a los hombres. Toda luz será apagada en el firmamento y en la Tierra. Entonces aparecerá venida del Cielo la señal de la Cruz, de cada una de mis llagas de las manos y de los pies saldrán luces que iluminarán la Tierra por un momento".
"Quiero a Polonia de una manera especial. Si es fiel y dócil a mi voluntad, la elevaré en poder y santidad, y DE ELLA SALTARÁ LA CHISPA QUE PREPARARÁ AL MUNDO A MI ÚLTIMA VENIDA".
Historia del mensaje y de la devoción
La historia del origen y de la difusión del mensaje de la Divina Misericordia y de su devoción por todo el mundo, resulta una interesante lectura. Comprende apariciones y revelaciones extraordinarias, respuestas milagrosas a oraciones, un escape dramático de una Polonia devastada por la guerra, una prohibición temporal del culto por la Iglesia y el fuerte apoyo del Papa Juan Pablo II, que muy probablemente será llamado por los historiadores "el Papa de la Misericordia".
Los escritos de la beata Sor Faustina Kowalska, una monja polaca sin instrucción, perteneciente a la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en Polonia, constituyen la fuente del mensaje y de la devoción presentados en este librito. Alrededor de 1930, al obedecer a su director espiritual, el Padre Miguel Sopocko, Sor Faustina escribió un Diario de unas 600 páginas y así documentó las revelaciones que ella recibía sobre la misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en el año 1938, la devoción a la Divina Misericordia, según está revelada en este Diario, se había comenzado a difundir. Durante los trágicos años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la práctica de esta devoción aumentó en fuerza debido a que la gente por toda Polonia y Lituania se dirigió al Salvador misericordioso para recibir consolación y esperanza.
APÓSTOL DE LA MISERICORDIA
Santa Faustina nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea de Glogowiec, al oeste de la ciudad de Lódz, Polonia. Siendo la tercera de diez hijos, Faustina recibió el nombre de "Helena". Poco antes de cumplir los veinte años, ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia cuyas integrantes se dedican a educar y a cuidar a mujeres jóvenes con problemas.
Al año siguiente, Santa Faustina tomó el hábito religioso y recibió el nombre de "Sor María Faustina", al cual agregó "del Santísimo Sacramento" como era permitido por la costumbre de su Congregación.
En los años 30, el Señor le transmitió a Santa Faustina un mensaje de misericordia y le dijo que lo difundiera por todo el mundo. La invitó a convertirse en apóstol y la secretaria de la misericordia de Dios, un modelo de cómo ser misericordioso con los demás y un instrumento para enfatizar de nuevo el plan de misericordia que Dios tiene para el mundo.
No fue una perspectiva fácil. Su vida entera, a imitación de la de Cristo, iba a ser un sacrificio, una vida vivida para los demás. A petición de nuestro Señor, Santa Faustina ofreció sus sufrimientos en unión con el Señor como propiciación de los pecados de los demás. En su vida cotidiana, Sor Faustina se convertiría en agente de misericordia, llevando paz y alegría al prójimo. Y al escribir sobre la misericordia de Dios debía animar a otras personas a confiar en
El y así preparar al mundo para Su regreso.
A pesar de estar convencida de su propia indignidad y atemorizada por la idea de escribir, Santa Faustina comenzó a llevar un Diario en el año 1934, en obediencia al deseo expreso de su director espiritual y después de nuestro Señor Mismo. Durante cuatro años documentó revelaciones divinas y experiencias místicas, junto con sus pensamientos más profundos, sus conclusiones y sus oraciones. El resultado es un libro de unas 600 páginas impresas que, en lenguaje sencillo, repite y aclara la historia del Evangelio, del amor de Dios para Su pueblo, enfatizando sobre todo la necesidad de confiar en Su acción amorosa en todos los aspectos de nuestras vidas.
Además, el Diario revela un ejemplo extraordinario de cómo responder a la misericordia de Dios y cómo manifestarla a los demás.
La vida espiritual de Santa Faustina se basó en la humildad profunda, la pureza de intención y la obediencia amorosa a la voluntad de Dios, a imitación de las virtudes de la Santa Virgen María.
Su devoción especial a María Inmaculada y a los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación le dio la fortaleza para soportar todos los sufrimientos como una ofrenda a Dios en nombre de la Iglesia y de aquellos que tienen necesidades especiales, particularmente los grandes pecadores y los agonizantes.
Escribió y sufrió en secreto. Solamente su director espiritual y algunas de sus superiores estaban conscientes de que algo especial pasaba en su vida. Después de su fallecimiento por tuberculosis, en el año 1938, hasta sus compañeras más cercanas se quedaron asombradas al descubrir las profundas experiencias místicas y los grandes sufrimientos que le habían sido dados a esta hermana, que siempre había sido tan alegre y humilde. Había acogido profundamente en su corazón, el mandato del evangelio de «Ser misericordiosos como su Padre es misericordioso» (Lucas 6, 36). Así mismo, había acogido la orden de su confesor de que debería portarse de tal manera que todos los que trataran con ella al marcharse se fueran muy felices.
El mensaje de la misericordia recibido por Santa Faustina actualmente se difunde por todo el mundo; ella ha sido reconocida por la Iglesia como "Santa" su Diario, la Divina Misericordia en mi Alma, se ha convertido en el manual de devoción a la Divina Misericordia. Ella no se habría sorprendido, ya que nuestro Señor le había dicho que el mensaje de la misericordia de Dios se difundiría por medio de sus escritos para el gran beneficio de las almas.
En un comentario profético, Santa Faustina declaró:
Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que empezará. Oh almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios (Diario, 281).
La Congregación de los Marianos
En 1941, el Padre José Jarzebowski, miembro de la Congregación de los Marianos de la Inmaculada Concepción, llevó la devoción a los Estados Unidos desde Polonia. Al principio, el mismo Padre Jarzebowski estaba escéptico acerca de las gracias maravillosas supuestamente recibidas por los que se entregaban a la Divina Misericordia. Pero, en la primavera de 1940, el Padre prometió que si llegaba sano y salvo a casa de los Marianos en los Estados Unidos, pasaría el resto de su vida difundiendo la devoción y el mensaje de la Divina Misericordia.
Un año más tarde, tras un viaje increíble de Polonia a Lituania, y después, a través de Rusia y Siberia a Vladivostok y de ahí al Japón, el Padre llegó al suelo norteamericano. Fiel a su promesa, enseguida empezó a distribuir información sobre el mensaje y la devoción con la ayuda de las Hermanas Felicianas en los Estados de Michigan y Connecticut. Poco después, también sus Hermanos se involucraron intensamente en esta promoción. Tras varios años de actividad desde Washington, D.C., en 1944 establecieron el "Apostolado de la Misericordia de Dios" en Eden Hill ("la Colina del Edén") en Stockbridge, Massachusetts. Actualmente, este sitio es la sede del Santuario Nacional de la Divina Misericordia y la Asociación de Auxiliares Marianos, que es una moderna casa editorial de literatura religiosa y centro internacional de la devoción a la Divina Misericordia. Ya en el año 1953, unos 25 millones de ejemplares de literatura sobre la Divina Misericordia habían sido distribuidos por todo el mundo.

Prohibido por la Iglesia
Durante los años 1958 y 1959, la profecía de Santa Faustina sobre la aparente destrucción del trabajo de divulgación de la Divina Misericordia (Diario, 378) empezó a cumplirse. La Santa Sede que había recibido traducciones erróneas y confusas de selecciones del Diario, que no se podían verificar debido a las condiciones políticas existentes, prohibió la difusión de la devoción a la Divina Misericordia en las formas presentadas en los escritos de Santa Faustina.
La revocación de la prohibición
Veinte años más tarde, en 1978, se revocó por completo la prohibición, gracias a la intervención del entonces Arzobispo de Cracovia, el Cardenal Carol Wojtyla (el actual Papa Juan Pablo II).
Gracias a sus esfuerzos, en 1965 se comenzó un proceso informativo sobre la vida y las virtudes de Sor Faustina. El resultado exitoso de este proceso impulsó la apertura de la Causa de Beatificación de Santa Faustina en el año 1968.
En una nueva "Notificación" del 15 de abril de 1978, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe cambió su decisión original, revocándola. Después de revisar muchos documentos originales que no estaban disponibles en 1959, esta Congregación declaró que la prohibición del año 1959 ya no era válida.
Seis meses después, el Cardenal Wojtyla fue elegido Papa Juan Pablo Il.
Animada por la preocupación de carácter pastoral de Su Excelencia José E Maguire, Obispo de Springfield, Massachusetts, la Congregación de los Marianos pidió una explicación oficial de la "Notificación" del año 1978. Al obispo le interesaban los esfuerzos renovados para difundir el Mensaje y la Devoción a la Divina Misericordia. El 12 de julio de 1979, recibieron una respuesta del Prefecto de la Sagrada Congregación, que afirmó que "...ya no existe, de parte de la Sagrada Congregación, ningún impedimento a la difusión de la devoción a la Divina Misericordia en las formas auténticas propuestas por la Hermana Religiosa mencionada arriba (Sor Faustina Kowalska)".
Por eso, en 1979, con el permiso del obispo local, los Marianos reanudaron su trabajo de difundir la devoción a la Divina Misericordia en las formas propuestas por Santa Faustina. La respuesta de parte de sacerdotes, obispos y laicos de todo el mundo ha sido abrumadora y la devoción ha crecido más rápidamente de lo que nadie esperaba.
El Papa Juan Pablo II
Una de las razones que explica este éxito es, sin duda, el apoyo constante del Santo Padre. En 1981, él publicó la encíclica Dives in misericordia (Rico en misericordia), en que habla de Cristo como la "encarnación de la Misericordia... la Fuente Inagotable de Misericordia. Llama la atención que "el programa mesiánico de Cristo, el programa de la misericordia" debe convertirse en "el programa de su pueblo, el programa de la Iglesia" .
A lo largo de toda la encíclica, el Santo Padre subraya que la Iglesia, especialmente en nuestros tiempos modernos, tiene "el derecho y el deber" de profesar y proclamar la misericordia de Dios", de "introducirla y encarnarla" en las vidas de todos y de "invocar la misericordia de Dios", implorándola para el mundo entero (vea Rico en Misericordia, 12-15).
Un año después de publicar”Rico en Misericordia”, el Papa visitó el Santuario del Amor Misericordioso en Collevalenza, Italia, durante su primer peregrinaje fuera de Roma después del atentado contra su vida. Allí el Papa reafirmó la importancia del mensaje de la misericordia y explicó que, desde el principio de su ministerio en Roma, ha considerado este mensaje como su "tarea especial" que le fue asignada por Dios "ante la situación actual del hombre, de la Iglesia y del mundo".
En su audiencia general del 10 de abril de 1991 el Santo Padre habló de Santa Faustina mostrando el gran respeto que le tiene. Además la relacionó con su encíclica y enfatizó el papel de ella en llevarle al mundo el mensaje de la misericordia. "Las palabras de la encíclica sobre la Divina Misericordia Rico en misericordia están particularmente cerca de nosotros. Ellas recuerdan la figura de la Sierva de Dios, Sor Faustina Kowalska. Esta sencilla mujer religiosa acercó a Polonia y al mundo entero el mensaje Pascual del Cristo misericordioso".
La beatificación
El 7 de marzo de 1992, ante la presencia del Santo Padre, la Congregación de la Causa de los Santos promulgó el Decreto de Virtudes Heroicas, por medio del cual la Iglesia reconoce que Sor Faustina practicó todas las virtudes cristianas de manera heroica. A consecuencia de ésto recibió el título de "Venerable" Sierva de Dios y se abrió el camino para verificar el milagro atribuido por su intercesión.
Durante ese mismo año, la curación de Maureen Digan junto al sepulcro de Sor Faustina fue reconocida como milagrosa por tres grupos distintos nombrados por la Sagrada Congregación: primero, un grupo de médicos, después uno de teólogos y finalmente uno de cardenales y obispos.
El 21 de diciembre de 1992, el Santo Padre publicó la aceptación del milagro por la Iglesia, la cual afirmó que dicho milagro había sido conseguido por la intercesión de Sor Faustina. Además, el Papa anunció que la beatificación solemne de esta monja polaca tendría lugar en Roma, el 18 de abril de 1993, el segundo domingo de Pascua (día que nuestro Señor le había revelado a Sor Faustina como la "Fiesta de la Misericordia").

LA HORA DE GRAN MISERICORDIA
En Sus revelaciones a Sor Faustina, nuestro Señor pidió una oración especial y una meditación de Su Pasión cada día a las tres de la tarde, la hora que recuerda Su muerte en la Cruz.
A las tres, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi abandono en el momento de Mi agonía. Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero. Te permitiré penetrar en Mi tristeza mortal. En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión... (Diario, 1320).
Cuántas veces oigas el reloj dando las tres, sumergete totalmente en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, ya que en ese momento se abrió de par en par para cada alma. En esa hora puedes obtener todo lo que pides para ti y para los demás. En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero: la misericordia triunfó sobre la justicia.

PROCLAMANDO LA MISERICORDIA
"La Iglesia", escribe el Papa Juan Pablo II, "debe considerar como uno de sus deberes principales durante cada etapa de la historia y especialmente durante nuestra edad moderna, el proclamar y el presentar a la vida el misterio de la misericordia"
(Rico en misericordia, 14).
Esta necesidad de proclamar la Misericordia de Dios es un tema que aparece constantemente en el Diario de la beata Sor Faustina:
Proclama al mundo entero Mi misericordia insondable (Diario, 1142).
Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de Mis manos están coronadas por la misericordia (Diario, 301).
A las almas que propagan la devoción a Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa [protege] a su hijo recién nacido, y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso (Diario, 1075).
Haz lo que esté en tu poder para difundir la devoción a Mi Misericordia. Yo supliré lo que te falta. Dile a la humanidad doliente que se abrace a Mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz (Diario, 1074).
Diles a Mis sacerdotes que los pecadores más empedernidos se ablandarán bajo sus palabras cuando ellos hablen de Mi misericordia insondable, de la compasión que tengo por ellos en Mi Corazón. A los sacerdotes que proclamen y alaben Mi misericordia, les daré una fuerza prodigiosa y ungiré sus palabras y sacudiré los corazones a los cuales hablen (Diario, 1521).
LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
En el año 1935, la beata Sor Faustina tuvo la visión de un ángel enviado por Dios para castigar la tierra. Estremecida por esta señal de la ira divina, empezó a rezar pidiendo misericordia, pero sus oraciones eran ineficaces. De repente vio a la Santa Trinidad y sintió el poder de la gracia de Jesús dentro de su alma. Volvió a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oyó dentro de ella:
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero (Diario, 476).
Mientras seguía repitiendo esta oración, vio como el poder del ángel disminuía hasta que no pudo llevar a cabo el castigo merecido (Diario, 474- 475). Al día siguiente, cuando entró en la capilla, oyó de nuevo esta voz interior que le enseñó a rezar la oración que nuestro Señor más tarde llamó la "coronilla ". Desde entonces rezaba esta oración casi constantemente, ofreciéndola especialmente por los agonizantes.
En revelaciones posteriores, el Señor aclaró a Sor Faustina que la coronilla no era solamente para ella, sino para el mundo entero. Además, agregó promesas extraordinarias a su rezo.
Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado (Diario, 1541). Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte (Diario, 687). Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Pa-re y el alma agonizante no como el juez justo sino el Salvador misericordioso (Diario, 1541).
Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador mas empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia (Diario, 687). A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad (Diario, 1731).
Rezada en un rosario común, la coronilla a la Divina Misericordia es una oración de intercesión que extiende la ofrenda de la Eucaristía, por lo que es particularmente apropiado rezarla después de recibir la Santa Comunión en la Santa Misa. Se puede rezar a cualquier hora, pero nuestro Señor dijo a Sor Faustina que la rezara especialmente durante los nueve días antes de la Fiesta de la Misericordia (el primer domingo después de Pascua). Después agregó:
Durante este novenario concederé a las almas toda clase de gracias (Diario, 796)
Así mismo, es apropiado rezar la coronilla diariamente durante "La hora de la gran misericordia", a las tres de la tarde (recordando la hora en que Jesús murió en la Cruz). En Sus revelaciones a la beata Sor Faustina, nuestro Señor pidió que se recordara de manera especial Su Pasión a esa hora.
COMO REZAR LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
(Diario, 476,- usando un rosario común.)

Un Padre nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal, Amén.
Un Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios. ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Un Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncío Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los inflemos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
En las cuentas grandes antes de cada decena
Padre eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como Propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
En las 10 cuentas pequeñas de cada decena:
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Doxología final después de las cinco decenas:
Santo Dios,
Santo Fuerte,
Santo Inmortal,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero.
(Tres veces.)

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